No existe actividad final

 

Existe una vieja historia procedente de la antigua China sobre un campesino al que se le escapó un caballo. Cuando sus vecinos fueron a ofrecerle sus condolencias, él respondió simplemente: “quizá”. Al día siguiente su caballo volvió acompañado de seis caballos salvajes. Sus vecinos volvieron, esta vez para expresarle su sorpresa y alegría por esta buena suerte. De nuevo, él respondió; “quizá”. Al día siguiente, intentando montar uno de los caballos salvajes, su hijo se rompió una pierna. Los campesinos se compadecieron de este revés de la fortuna, pero una vez más el campesino respondió simplemente: “quizá”. El día trajo al pueblo a un grupo de oficiales del ejército obligando a los jóvenes a enrolarse, pero dejaron al hijo de lado a causa de su pierna rota. Los vecinos se reunieron entonces, para exclamar qué bien había salido todo, pero el campesino simplemente dijo: “quizá”.

 

Según el taoísmo clásico, tu vida es parte de un patrón más amplio en desarrollo, que posee su propio carácter singular y consiste en la interrelación de fuerzas opuestas. No existe una actividad final, así que podemos ahorrarnos todo juicio y dejar al fluir fluir.

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