Nuestro Testigo

Según cuenta un viejo relato japonés, en cierta ocasión, un belicoso samurái desafió a un anciano maestro zen a que le explicara los conceptos de cielo e infierno. Pero monje replicó con desprecio:

– ¡No eres más que un patán y no puedo malgastar mi tiempo con tus tonterías!

El samurái, herido en su honor, montó en cólera y, desenvainado la espada, exclamó:

– Tu impertinencia te costará la vida.

– ¡Eso – replicó entonces el maestro- es el infierno!

Conmovido por la exactitud de las palabras del maestro sobre la cólera que le estaba atenazando, el samurái se calmó, envainó la espada y se postró ante él, agradecido.

¡Y eso –concluyó entonces el maestro-, eso es el cielo!

 

Inteligencia Emocional. Damiel Goleman

 

 

“La observación de uno mismo permite la toma de conciencia ecuánime de los sentimientos apasionados o turbulentos. También y/o en otros casos, constituye una especie de paso atrás que permite distanciarse de la experiencia y ubicarse en una corriente paralela de conciencia que es `meta´, que flota por encima, o que está junto- a la corriente principal y, en consecuencia, impide sumergirse por completo es lo que está ocurriendo y perderse en ello, y en cambio, favorecer la toma de conciencia”.

Inteligencia Emocional. Daniel Goleman.

 

Hace más de doce años practicaba semanalmente,  guiado por el maestro Antonio Llopis, aquellos ejercicios mediante los cuales descubrimos las emociones; cómo nos aferrábamos a ellas y como a golpe de palmada, las dejábamos marchar. Y en ambos casos, nunca nos pertenecieron, ni en los momentos de mayor aferramiento.

Cuánta sabiduría y qué maravilloso fue el camino que comenzamos contigo.

Gracias maestro.

 

 

 

 

 

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