Eres leísta… y no lo sabes.

Si quieres a tu hermano, ¿le quieres o lo quieres?

 

Si, hablando de tu padre, dices que le quieres, le respetas o le abrazas, además de ser un buen hijo, eres un leísta. No debes asustarte. Los Reyes Magos no se portarán peor contigo que con los que dicen lo quiero, lo respeto y lo abrazo,pero has de saber que ellos están siguiendo el uso no leísta de los pronombres lo / le y tú en cambio, estás desplazando a lo en favor de le. En suma, tú eres leísta… y no lo sabes.

¿Cómo reconocer un leísmo? Piensa que tenemos una pareja de pronombres: lo va con la (lo-la, como la autora de este artículo); y luego hay un pronombre suelto, un soltero de la vida, que es le. A grandes rasgos, puedes aplicar esta norma de andar por casa. Si pasas una frase a femenino y usas la es porque en masculino deberías usar lo. O sea, que si a tu madre la amas, la llamas, la ves todos los días y la acompañas a clases de alemán, a tu padre deberías amarlo (y no amarle), llamarlo, verlo a diario y acompañarlo a clases.

¿De dónde ha salido el leísmo? La pareja lo /la y el soltero de oro le (con sus respectivos plurales) son pronombres, y como tales sirven para sustituir a elementos que hemos dicho o vamos a decir en una frase. Por ejemplo, si tenemos los enunciados A mi hermano lo veo y A mi hermano le escribo, los pronombres lo y le, ambos completamente correctos, están reemplazando a mi hermano. Pero ¿por qué en un caso mi hermano es lo y en otro le? Ello depende del papel sintáctico, o sea, de la función que “mi hermano” representa en la frase. En veo a mi hermano, es un complemento directo (en latín lo llamarían acusativo) y en escribo a mi hermano es indirecto (en latín, dativo). Estamos ante un mismo elemento que juega distintos papeles, como cuando un futbolista juega a veces de defensa y a veces de centrocampista.

Pues bien, desde los orígenes del castellano (¡y desde el latín!) ha sido común que los pronombres asuman a veces un papel que no es el que les toca. Sobre todo, eso ha ocurrido con le, el pronombre que es el soltero-roba-parejas que muchas veces ha barrido a lo.

Los casos del tipo le quiero o le llamo corresponden al tipo de leísmo más extendido en el mundo hispánico, el leísmo de persona masculino singular. O sea, hay más leísmo cuando nos referimos a una sola entidad (se da más en a mi hermano le quiero que en a mis hermanos les quiero), cuando esa entidad es masculina y cuando nos referimos a una persona (a mi novio le llamo a diario), o a un ser animado conocido (a mi perro le quiero lo oímos con leísmo frente a al gato del restaurante no lo soporto, donde, en cambio, sería más raro encontrar un leísmo).

Este leísmo de persona masculino es muy usado cuando se asocia a formas de cortesía. Así, llevando a una señora a la puerta podemos decirle: no se preocupe, la acompaño, pero ¿y si fuese un señor?, ¿diríamos le o lo acompaño? Si aplicamos el esquema que decíamos antes, tenemos que ante un la para el femenino, la opción para el masculino sería lo. Si usas le acompaño, de nuevo eres leísta… y a lo mejor tampoco lo sabías.

Otras clases de leísmo son más raras, como el de cosa (el coche le aparqué lejos)o el femenino (a mi madre le quiero). También son más infrecuentes otros “ismos” relacionados con los pronombres de tercera persona del singular del español: el laísmo (a ella la gusta el espectáculo) y el aún más raro loísmo (los escribí una carta a mis hermanos). Obviamente, este truco de buscarle a la siempre una pareja en lo no te sirve si eres laísta, o sea, si dices la dije cuatro cosas.

Si eres leísta de persona masculina… estate tranquilo: lo más probable es que el resto de leístas que te rodea tampoco se haya dado cuenta. Esta clase de leísmo es la más extendida en el mundo hispánico: se da en España y en América, aunque mucho más en la Península ibérica que en el español americano. Por su difusión, este es el leísmo más aceptado en los medios y en España suele pasar desapercibido para correctores o hablantes que, en cambio, identificarían claramente el laísmo y loísmo. Estos prácticamente no se dan en América y solo en algunas zonas centrales y norteñas de España.

Curiosamente, la norma académica del español respecto al leísmo ha sido muy cambiante. Así como ahora se declara que el leísmo de persona masculino se ha generalizado y es parte del uso estándar, la Real Academia en el siglo XIX no solo aceptaba el leísmo sino que incluso hasta 1854 censuraba el uso de lo para masculino singular. Esa postura lanzó a muchos autores literarios andaluces y extremeños a hacerse leístas, alejándose del uso vernáculo que tenían espontáneamente en origen. La postura cambiante ante este asunto resulta una buena muestra de hasta qué punto el prestigio de los fenómenos lingüísticos es fluctuante por fechas y áreas. El leísmo de persona, el más extendido en centro y norte, ha sido el más generalizado históricamente por influencia de la corte. Hoy es el aceptado por la norma académica, aunque utilizar lo para formas como lo abrazo o lo quiero siga siendo la opción completamente correcta.

¿Por qué somos leístas? Los hablantes han tendido a convertir la pareja lo/la y al soltero le en un trío de pronombres muy bien avenido, no separado por el papel que tienen en la frase sino por su género: la para femenino, le para masculino y lopara elementos no personales (algo parecido a lo que ocurre con los demostrativos este, esta y esto).

Pero junto a esta razón hay otra causa histórica que explica el inicio de lo que llamamos hoy leísmo, laísmo y loísmo: un fenómeno de contacto lingüístico, de cómo se comportan los hablantes cuando aprenden algo que es nuevo para ellos. Ocurrió cuando los vascos aprendieron a hablar el castellano: modificaron ese sistema porque ellos no tenían género en su lengua de partida. Luego los cántabros se pusieron en contacto con ese sistema, y gradualmente, el sistema modificado se fue expandiendo hacia el centro y sur conforme se extendía el castellano en la Edad Media. Laísmo y loísmo no rebasaron el área central de la Península, y tampoco el leísmo de cosa. Esta teoría, formulada por la filóloga Inés Fernández-Ordóñez, ha modificado la idea tradicional que teníamos del surgimiento del leísmo.

Tengamos en cuenta que ha sido justamente en las zonas en que el español se ha puesto en contacto con otras lenguas no romances donde han surgido fenómenos más interesantes relativos al leísmo y sus hermanos. Así, hay zonas de Ecuador que solo conocen le como único pronombre (ni lo, ni la, adiós a la pareja) y dicen le conoció a Luisa o la casa le vendió. En parte del español andino lo y le han barrido a la, y dicen a Luisa lo acompañaban sus amigos). En el centro y oriente de Asturias usan lo cuando se refieren a un elemento que se expresa de forma no contable, no separable (o sea, una caja de leche es separable, pero la leche o el agua mencionadas sin cuantificar no lo son, por eso dicen la leche lo echo aquí).

Como en otras ocasiones hemos visto, pararnos en un asunto de variación interna del español nos muestra que la clave está siempre en la historia y que la valoración que damos a los hechos de lengua es cambiante. Si nos parece aceptable el leísmo de persona masculino, es simplemente porque hay más gente que lo practica. Si nos parece poco recomendable el laísmo es porque es un fenómeno muy restringido dentro de la comunidad hispánica. Pero ser laísta, loísta o leísta no debe de ser un gran pecado. Al fin y al cabo, durante siglos en el Padre Nuestro pedíamos a Dios “el pan nuestro de cada día dánosle hoy” con un pedazo de leísmo de cosa que no causó, que sepamos, ningún enfado divino.

Lola Pons Rodríguez.

8 de diciembre de 2017,

https://verne.elpais.com/verne/2017/12/07/articulo/1512643561_570161.html

 

Delirio – Manuel Vicent

Tras la euforia que acompaña a cualquier declaración de independencia, la primera decepción aparece a la mañana siguiente.

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Sin duda fue un día histórico aquel en que este ciudadano anónimo decidió declararse independiente por su cuenta y riesgo sin esperar a que se cumpliera el programa político de su partido. No reconocía otra nación que su propia persona cuyas fronteras las constituyan el suelo que pisaban sus zapatos, el horizonte hasta donde alcanzaban sus ojos y el cielo que brillaba sobre su atormentada cabeza. Este ciudadano creía, como Unamuno, que “el nacionalismo es la chifladura de exaltados echados a perder por indigestiones de mala historia”, pero que bastaba con desearlo con toda la fuerza del espíritu y de repente uno se convertía en un ser libre e independiente como una aventura individual irrebatible. Pasado el momento de euforia que acompaña a cualquier declaración de independencia, la primera decepción la tuvo a la mañana siguiente, cuando después de una noche en que fue visitado por algunos sueños de gloria, al mirarse en el espejo del baño descubrió que seguía siendo el mismo individuo de siempre sin más atributos, ni más alto ni más guapo. Nada había cambiado. Sus pantalones estaban confeccionados en China, el café del desayuno era colombiano, la mantequilla era francesa, el coche que conducía era alemán, la fábrica donde trabajaba era japonesa y el jefe que le mandaba era danés. En general todo lo que comía y bebía cada día este ciudadano independiente, las series de televisión que veía, la música que oía o bailaba, los medicamentos que tomaba, el móvil que lo unía al mundo tenían origen fuera de país que habitaba. Tanto su cuerpo como su alma, que eran su única nación, estaban atrapados en poder de otros, pero él siguió en su delirio, pese a que solo eran suyos, absolutamente suyos, los cuatro metros cuadrados de su amada tierra que necesitaba para llevarse consigo a la fosa sus sueños de gloria.

Manuel Vicent, 12 de noviembre de 2017.

https://elpais.com/elpais/2017/11/10/opinion/1510327481_857155.html

He seleccionado unas definiciones del texto según la Real Academia de la lengua Española.

– Delirio
(Del lat  delirium)
1. masc. acción y efecto de delirar.
2. m. despropósito y disparate.
3. m. Psicolg y Psiquia. Confusión mental caracterizada por alucinaciones, reiteración de pensamientos absurdos e incoherencia.

4. con delirio. Loc. adv. mucho, enormemente.

(English: delirium, ravings, wild dream, crazy ideas, madly)
(Deutsch. der Whan, das Delirium, die Wahnvorstellung, wie verrückt)

 

Estar al día = estar al corriente de algo  

1. Loc. verbal. Estar enterado de algo.
Ej: Estoy al día de las últimas noticias.
2. Loc. Verbal. Sin atraso, con exactitud.
Ej: Estoy al corriente con mis pagos.
(Eng. be inform, be up-to-date)
(Dt. auf den Laufenden sein)

 

– Atributo
(Del lat. attributūm.)

1. m. Cada una de las propiedades y cualidades de un ser.

Ej: Un individuo sin más atributos, ni más alto ni más guapo.
2. m. En obras artísticas, símbolo que denota el carácter y representación de las figuras que los exihiben.
3. m. Gramática. Función que desempeña el adjetivo en un sintagma nominal.

Martin está contento. Contento es el atributo.

(Eng: attribute, characteristic, symbol)
(Dt. das Attribut)

EL VIENTO – Manuel Vicent

 ¿Cuándo aceptaremos que ningún armamento es inocente y somos nosotros los que bombardeamos hospitales, familias, niños en Alepo?

 

Las banderas tibetanas de oración son unas telas de colores engarzadas a una soga o a un mástil que flamean constantemente al viento desde los tejados de casas, las cimas de los montes y explanadas de los templos. En esas telas los budistas depositan toda clase de sueños, promesas y preguntas en forma de plegarias, que el viento se encarga de expandir por el espacio hasta regiones ignotas donde habitan las fuerzas misteriosas que han sido invocadas. Paz, fortuna, salud, belleza, armonía son las constantes del corazón de los mortales. Después, el viento, cuando cambia de dirección, devuelve las plegarias, unas veces atendidas, otras desechadas, como respuestas del destino. Las banderas tibetanas de oración están ya penetrando en nuestra cultura. Comienzan a verse flamear en el aire contaminado de nuestras ciudades y, aunque el viento aquí no sea tan puro como el de las altas montañas del Tíbet, puede llevarse también nuestros sueños, plegarias y estas preguntas hasta el pie de nuestros dioses. ¿Cuándo aceptaremos que la máxima corrupción consiste en haber votado y en seguir votando, pese a todo, a los políticos corruptos? La respuesta la traerá el viento. ¿Cuándo aceptaremos que somos nosotros los que nos ahogamos en el mar frente a las costas de Europa junto con los inmigrantes desesperados? La respuesta la traerá el viento. ¿Cuándo aceptaremos que ningún armamento es inocente y somos nosotros los que bombardeamos hospitales, familias, niños en Alepo? La respuesta la traerá el viento. Las banderas de oración se llevan con el viento nuestros sueños de armonía y fortuna sobre la ponzoña de la corrupción, sobre la sangre de la guerra, sobre todos los náufragos que ya forman parte del paisaje de nuestra cultura. La respuesta, amigos, como canta Bob Dylan, está flotando en el viento, pero no por eso dejamos de ser culpables.

Manuel Vicent, 9 de octubre de 2016

http://elpais.com/elpais/2016/10/08/opinion/1475938543_289739.html

He seleccionado unas definiciones del texto según la Real Academia de la lengua Española.

Engarzar 
(Del art. clás.  ḡarzah / clavazón)
1. Trans. Trabar algo formando cadena.
2. Rizar. Formar rizos en el pelo..
(English. link together, set, mount)
(Deutsch. verketten, aufreihen, kräuseln)

– Ignota / o
(Del lat   ignōtus ‘desconocido’)
1. Adj. No conocido ni descubierto.
( Eng. unknown, little known)
(Dt. unbekannt)

– Desechar
(Del lat  desiectāre)
1. Tr. Excluir, reprobar.
2. Tr. Desestimar, menospreciar,  hacer poco caso o aprecio)
3. Tr. No admitir algo.
(Eng: get rid of, throw away, discard, reject)
(Dt. entsorgen, ausschließen, verwerfen)

Ponzoña
(Del ant. ponzón del Lat. potio, -ōnis ‘bebida venenosa’)
1. f. Sustancia que tiene en sí nociones destructivas para la salud, o nocivas para la vida.
3. f. Doctrina o práctica nociva para la vida.
(Eng: poison, venom)
(Dt. das Gift) Este es un falso amigo.

 

 

 

Show girls. Low Cost

El abuso del inglés en los anuncios enciende el debate entre publicistas y lingüistas

Echar un vistazo a la publicidad en los medios de comunicación españoles supone encontrarse mensajes como estos: Buenos Aires non stop (Aerolíneas Argentinas), Feel the extraordinary (NH hoteles), Pop it up. Create the unexpected (para la marca Jesuso Ortiz x Swatch), The Power of dreams (Honda), Age management medicine (Neolife), New thinking. New possibilities (Hyundai), This is your time (Tissot)…

Hace casi dos años, se celebraba una primera reunión entre representantes de la Real Academia Española y de la Academia de la Publicidad, en el marco de un convenio de colaboración. Al rato de empezar, el escritor José María Merino abrió una libreta negra y fue extrayendo de ella algunos anuncios que tenía anotados. “En mi barrio”, explicó el académico leonés, “todas las tiendas se las arreglan para poner market; menos el comercio chino, que se llama bazar”. Las dos entidades decidieron enseguida organizar un seminario para analizar el asunto, y este se celebró el pasado 18 de mayo.

El sociólogo Enrique Yarza, secretario general de la Academia de la Publicidad, presentó en esas sesiones una investigación según la cual, en 2003, las marcas que usaban el inglés no llegaban a 30; pero en 2015 sumaban 322 (se habían multiplicado por 10). Eso supone ya un 20% de los impactos en el mercado nacional.

Cristina Santamarina, profesora de la Complutense, presentó un estudio cualitativo, según el cual las personas mayores y las menos formadas no se sienten apeladas por esos mensajes, y las más jóvenes no valoran el español como lengua internacional, solo consideran el inglés.

Yarza cree que los anuncios en inglés aumentan, entre otras razones, por el efecto de la globalización, pues “el mensaje de cierre de un anuncio para todo el mundo se decide en Londres o Nueva York”; y también por la imitación a cargo de marcas españolas que exportan cada vez más, y que se dicen: “Como yo soy internacional, también hablo inglés”. Pero, además, el inglés “es lo moderno, lo aspiracional”, y “a veces se puede usar para modernizar la imagen de una empresa”.

Lo deseable

La psicóloga Pilar Varela se sitúa en esa línea: “El inglés se asocia con lo deseable y con lo superior. Lo que se anuncia en inglés llevará un plus de cosmopolitismo, o de garantía tecnológica o de seriedad”. Sin embargo, Yarza cree que no se debe establecer la regla de que aquello que se anuncia en ese idioma es necesariamente lo prestigioso, lo caro. “Es verdad que en el mundo del lujo casi todo se anuncia en inglés; y que hasta la marca Carolina Herrera se pronuncia con ese acento… Pero, a la vez, hay coches de gama alta como Audi o BMW que se anuncian en castellano; y un coche de gama baja o media, como Hyundai, que emplea el inglés…”.

¿Y cómo se siente alguien que recibe un mensaje que no entiende? Pilar Varela precisa: “Lo de menos es entenderlo. El inconsciente no sabe inglés, solo sabe de emociones. La cosa es que el producto se presente como algo deseable, misterioso, superior, difícil de alcanzar, pero alcanzable; y el inglés lo consigue porque somos un tanto paletos”.

“Es verdad”, añade Yarza, “que “el problema está yendo más allá de la lógica”. Y cita el ejemplo de Renault, marca francesa pero que, por sus fábricas en España, se considera casi una empresa nacional. “¿Qué sentido tiene decir ‘Renault, passion for life’ si se puede decir Pasión por la vida?”. Otra marca francesa, Peugeot, acude al lema Motion and emotion. Y ambas mantienen esos mensajes para sus anuncios en Francia. Sin embargo, Mercedes Benz utiliza The best or nothing para España y Das Beste oder nichts para Alemania (en ambos casos, Lo mejor o nada).

“El prestigio del español”, agrega Varela, “lo situamos en el campo de las letras, y tenemos la referencia de nuestros premios Nobel, pero eso es lo antiguo, especialmente para los jóvenes. Ahora la ciencia y la tecnología son más prestigiosas que la literatura. El español es solo el idioma de lo próximo; y por eso los anuncios de detergentes están en castellano”.

La publicidad en inglés no se limita a las grandes marcas mundiales. José María Merino relata que vio en un pueblo perdido en medio de La Mancha unas enormes banderolas que cubrían la fachada de un edificio situado junto a la carretera, y que decían: Show girls. Low cost. (Si low cost se traduce por “baratas”, una expresión menos prestigiosa acude fácilmente a la cabeza para ayudar en la traducción).

El académico Pedro Álvarez de Miranda relativiza el problema: “Enviamos a nuestros hijos o nuestros nietos a colegios bilingües, y luego entran en los programas Erasmus, y se van a Holanda a estudiar en inglés. El inglés va ganando peso en nuestra sociedad, qué le vamos a hacer. No soy partidario de prohibir eso. Las prohibiciones con las lenguas no funcionan. La lengua es el territorio de la libertad”.

Pero tanto Merino como Álvarez de Miranda están de acuerdo en algo: el narrador cree que “los mensajes bien escritos en español son muy eficaces”. Y el lexicógrafo añade que “los mensajes en español pueden llegar mejor al corazón”.

Fragancia de cerdo

La Academia de la Publicidad ha difundido estas semanas por las redes sociales y por Internet dos anuncios con truco, elaborados por la agencia Grey España. El primero mostraba las gafas Sunset style, with blind effect; y el segundo, el perfume Swine. New fragrance, new woman, defendido por una atractiva modelo a la que rodeaban todos los tonos del color rosa.

Cuando el ignorante espectador se siente inclinado a adquirir cualquiera de los dos productos, descubre que blind effect significa efecto ciego, por lo que con esas elegantes gafas se dará enseguida contra la pared; y también se enterará de que swine equivale a puerco, por lo que no se hace difícil imaginar a qué huele en realidad ese perfume.

David Torrejón, director general de la Federación de Empresas de Publicidad y Comunicación, cree que “aún es pronto para obtener algún resultado” de esta iniciativa crítica hacia la publicidad en inglés. “Pero la campaña ya está lanzada”.

Alex Grijaldo.

El País, 13 de junio de 2016.

 

http://cultura.elpais.com/cultura/2016/06/12/actualidad/1465733492_445691.html