“Tirar la toalla”

Casi todo el mundo conoce la expresión “tirar la toalla”, una expresión que significa rendirse, o abandonar una lucha o un propósito. Normalmente se asocia la expresión al mundo del boxeo, a un gesto con el que el entrenador de uno de los púgiles puede forzar el abandono de su pupilo. Pocos saben en cambio que la frase tiene un origen más antiguo y menos agresivo, relacionado curiosamente con el mundo de las termas romanas. En la antigua Roma las termas no eran sólo un sitio donde poder bañarse, sino también un lugar de encuentro y de reunión, donde poder urdir las conjuras políticas más oscuras o encontrar el amor de los efebos más bellos de la caput mundi. Parece ser que ya en el siglo I d.C. se instauró una especie de ritual precisamente entre los jóvenes que acudían asiduamente a las termas en busca de fama y riquezas y los hombres de media edad que buscaban sus favores. Después de que uno de estos jóvenes había recibido una propuesta concreta, directamente o a través de amigos, se situaba frente a su pretendiente y realizaba una de estas dos acciones: o se hacía un segundo nudo en la toalla en la que iba envuelto haciendo entender que no la aceptaba o la dejaba caer ante el aplauso general de los presentes, que festejaban el nacimiento de una relación. Ya en una fecha temprana como el siglo II d.C. tenemos las primeras pruebas escritas de la expresión “linteum iactare“, “tirar la toalla”. En unas termas en la actual Turquía se ha descubierto recientemente una placa donde se lee: “Hic Antinous Hadriano linteum suum iactavit“, es decir, “Aquí fue donde Antinoo tiró su toalla a Adriano“, una placa que probablemente señala el inicio de la famosa relación entre el emperador Adriano y el joven Antínoo. De esta forma, este dejar caer o tirar la toalla comenzó a verse poco a poco como un gesto de sumisión, de rendición al conquistador, por lo que terminó adaptándose también al mundo del pugilato, a través del cual ha llegado hasta nuestros días.

 

Vive tu sueño. Nadie puede vivirlo por ti.

El miedo al éxito y al fracaso son las dos caras de una misma moneda; afortunadamente la claridad y la perseverancia son antídotos

Todos recordamos la famosa intervención de Martin Luther King, “I Have a Dream”, uno de los discursos políticos más potentes de la era moderna. Es en parte gracias a él que la perspectiva de tener un sueño como un horizonte de cambio para la realidad ha quedado sólidamente sustentada. No se trata de la expresión “soñar despierto” que la gente suele confundir con distracciones, ni con un falso optimismo a la moda: se trata de construir una visión para nuestra propia vida y enseñarnos a vivir de acuerdo a ella.

Si bien los agentes de cambio, rebeldes y soñadores de todos los tiempos nos han compartido sus rutas para generar estas visiones, ninguno puede hacernos vivirlas. Ni líderes religiosos como Jesús o Buda, ni pensadores políticos como Luther King o Nelson Mandela, ni siquiera iconos pacifistas como Gandhi o John Lennon pueden cambiar un ápice nuestra forma de vida si no vivimos acorde a una visión propia: los soñadores nos enseñan a soñar, pero nadie puede soñar el sueño de otro. Lo maravilloso de los sueños es eso, que son intransferibles. Pero existen dos miedos básicos que muchas veces nos impiden vivirlos: el miedo al fracaso y el miedo al éxito.

El primero implica que nuestra visión sigue subordinada a la aprobación de los demás. Que en nuestro fuero interno aún estamos solicitando permiso para hacer lo que más deseamos. Esto tiene mucho que ver con el miedo a lo desconocido. Pero el fracaso puede ser domado si aprendemos a hackearlo; a comprender que su modo de operar puede ser intervenido. Nuestra visión puede encontrarse con retrasos, obstáculos u oposiciones, pero si es fuerte aprenderá a alimentarse de estos retrasos, y quizá incluso a convertirlos en tiempo ganado. Sólo fracasamos cuando renunciamos a nuestro sueño, y renunciar a él es una elección que tomamos en cada momento.

El miedo al éxito es la contraparte del miedo anterior: el éxito no es una meta programada socialmente, ni una serie de parámetros prescritos que debamos alcanzar. Nuestro éxito debe medirse solamente bajo nuestros propios términos. Probablemente nos encontremos pensando: muy bien, seguiré mi sueño… pero cuando lo alcance, ¿qué seguirá? No lo sabemos. Solamente si nuestra visión es suficientemente poderosa y amplia no se limitará a darnos satisfacción personal: siempre seguirá motivándonos y sugiriéndonos nuevas rutas, nos llevará con ella a lugares y personas insospechadas, se convertirá en nuestra vida y nuestra vida será nuestro sueño.

 http://faenaaleph.com/es/articles/vive-tu-sueno-que-nadie-puede-vivirlo-por-ti/

Tesoro

Está amaneciendo. Es la hora de los pájaros. A los colegios e institutos llegan en bandadas niños y chavales cargados con sus mochilas. Ellos no lo saben, pero todos se dirigen a la isla del tesoro. Puede que ignoren dónde está ese mar y en qué consiste la travesía y qué clase de cofre repleto de monedas de oro les espera realmente. El patio del colegio se transforma, de repente, en un ruidoso embarcadero. Desde ese muelle lleno de mochilas cada alumno abordará su aula respectiva, que, si bien no lo parece, se trata de una nave lista para zarpar cada mañana. En el aula hay una pizarra encerada donde el profesor, que es el timonel de esta aventura, trazará todos los días el mapa de esa isla de la fortuna. Ciencias, matemáticas, historia, lengua, geografía: cada asignatura tiene un rumbo distinto y cada rumbo un enigma que habrá que descifrar. La travesía va a ser larga, azarosa, llena de escollos. Muchos de estos niños y chavales tripulantes nunca avistarán las palmeras, unos por escasez de medios, otros por falta de esfuerzo o mala suerte, pero nadie les puede negar el derecho a arribar felizmente a la isla que señalaron los mapas como final de la travesía. Ese mar está infestado de piratas, que tienen su santuario en la caverna del Gobierno. Todas las medidas que un Gobierno adopte contra el derecho de los estudiantes a realizar sus sueños, recortes en la educación, privilegios de clase, fanatismo religioso, serán equivalentes a las acciones brutales de aquellos corsarios que asaltaban las rutas de los navegantes intrépidos, los expoliaban y luego los arrojaban al mar. De aquellos pequeños expedicionarios que embarcaron hacia la isla del tesoro solo los más afortunados llegarán a buen término. Algunos soñarán con cambiar el mundo, otros se conformarán con llevar una vida a ras de la existencia. Cuando recién desembarcados pregunten dónde se halla el cofre del tesoro, el timonel les dirá: estaba ya en la mochila que cargabais al llegar por primera vez al colegio. El tesoro es todo lo que habéis aprendido, los libros que habéis leído, la cultura que hayáis adquirido. Ese tesoro, que lleváis con vosotros, no será detectado por ningún escáner, cruzará libremente todas las aduanas y fronteras, y tampoco ningún pirata os lo podrá nunca arrebatar.

Manuel Vicent. El País, 13 de octubre 2013.

http://elpais.com/elpais/2013/10/12/opinion/1381602696_561274.html

45′ Para un Orador.

John Cage en una de sus conferencias sobre música y composición.  (Siemple salvando su estructura)

45′ PARA UN ORADOR

 

Las priviegiadas notas

restantes se disponen en

modos o escalas u hoy en día en series

y comienza un proceso abstracto denominado

composición. Expresar una idea.

 

La única estructura

que permite la actividad natural es tan

flexible que no es estructura; escribo

para escuchar; nunca escucho y entonces

escribo lo que escucho. La inspiración no es

un acontecimiento especial.

 

Después de estudiar

música los hombres son hombres y los sonidos

son sonidos. Y sustraigan; es decir, al

principio podemos

oir

un sonido

y decir

 

 

 

En la situación directa; es

 

Si no nos gusta podemos

elegir

evitarlo

pero lo que

el silencio requiere no es eso.

 

Lo que pienso & lo que siento pueden

ser mi inspiración pero también un

par de anteojeras. Para ver tenemos que ir

más allá de la imaginación y para ello

tenemos que quedarnos absolutamente quietos como si estuvieramos

en medio de un salto.

(…)

No perturbaré con mi preocupación la estructura de nada

que vaya a actuar;

actuar es un milagro y necesita que todos mis yos

se quiten de en medio. Un error es sólo una

incapacidad para adaptarse inmediatamente desde una idea preconcebida

a una realidad.

 

Sin embargo, se me ocurre

algo más que decir sobre

la estructura.

Concretamente esto:

Estamos ahora

en el principio.

 

O no

Y no es

un ser humano o algo

 

que mirar; es agudo o grave-

tiene un cierto timbre y volumen,

tiene cierta longitud en el tiempo.

 

Fin

Es necesario ver que no solamente hay una profunda

distinción que hacer entre componer y escuchar

sino que aunque todas las cosas son diferentes no

son sus diferencias lo que debe importarnos

sino más bien su unicidad y su infinito

juego de interpretaciones consigo mismas y con

nosotros.

 

 

(Textos de trabajo en nuestros entrenamientos de voz)

 

La Ira de Dios

EL ANGEL EXTERMINADOR

En un confín recóndito del cielo,
De una selva viviente circundado,
Denso y confuso y misterioso velo,
Que le tiene del orbe separado,
Hay un alcázar de azabache, obscuro,
Que en un hondo torrente ensangrentado
La sombra pinta de su inmenso muro
En contornos de sangre reflejado.

(…)

El aire denso, sin color e inmoble
Que aquel recinto por doquier rodea,
Hace el pavor de quien se acerca doble,
Y doble el caos a quien ver desea;
Sólo se alcanza entre las altas puntas
Que el recio vendaval nunca cimbrea,
Entre dos torres del alcázar juntas,
Un faro que en la sombra centellea.

(…)

Todo es una ilusión, todo mentira
todo en mi mente delirante pasa;
no es esa la verdad que honda me inspira;
que esa lagrima ardiente que me abrasa

¡Dame ilusiónes, dame una armonía
que arrulle el corazón con el oído,
para que viva la memoria mía
cuando yo duerma el eternal olvido!
Ni ser alguno penetró el misterio
que guarda allí la ciencia omnipontente,
ni se sabe suyo es aquel imperio
dónde nunca se oyo rumor de gente;
ni arcangel sabio ni profeta diestro
de este sitio alcanzó confusamente
más que la lumbre del fanal siniestro
y el estruendo medroso del torrente.

Espíritu sin fin ni nacimiento,
La eternidad existe en su memoria;
Él solo del sagrado firmamento
Entera sabe la infinita historia;
Y al solo ruido de sus negras alas,
A su sola presencia transitoria,
Del firmamento en las eternas salas
Se suspenden los cánticos de gloria.

En ella hierve, con fragor horrible,
El ancho vaso hasta los bordes lleno,
El tremendo licor incorruptible
De las iras de Dios; y en su hondo seno
Se fermenta la esencia del granizo
Y de la peste el infernal veneno,
Y el germen del relámpago pajizo,
Y el espíritu cóncavo del trueno.

Con él va la tormenta; el trueno ronco
Bajo sus alas cruje; desgreñada,
De armas y quejas con estruendo bronco,
La guerra detrás de él va despeñada;
Y asidas a las orlas de su manto,
Van tras él con la muerte descarnada,
La peste, el hambre, y el amor, y el llanto,
Y la ambición, de crímenes preñada.

Y ése será el espíritu tremendo
Cuya gigante voz sonará un día,
Y a su voz, de la tierra irá saliendo
La triste raza que en su faz vivía.
La creación se romperá en sus brazos,
Y cuando toque el orbe en su agonía,
Cuando a su soplo el sol caiga en pedazos,
¿Qué habrá ante Dios? La eternidad vacía.

José Zorilla.
(21 de febrero de 1817 – 23 de enero de 1893).

Romanticismo y Realismo. (siglos XIX)

No sé cómo, ni cuando, ni qué cosa

 

NO SÉ CÓMO, NI CUÁNDO, NI QUÉ COSA

 

No sé cómo, ni cuándo, ni qué cosa
sentí, que me llenaba de dulzura:
sé que llegó a mis brazos la hermosura,
de gozarse conmigo cudiciosa.

 

Sé que llegó, si bien, con temerosa
vista, resistí apenas su figura:
luego pasmé, como el que en noche escura
perdido el tino, el pie mover no osa.

 

Siguió un gran gozo a aqueste pasmo, o sueño
—no sé cuándo, ni cómo, ni qué ha sido—
que lo sensible todo puso en calma.

 

Ignorallo es saber; que es bien pequeño
el que puede abarcar solo el sentido,
y éste pudo caber en sola l’alma.

 

Francisco de Medrano.

 

Renacimiento y Barroco ( siglos XVI – XVII )